¿Conoces el Método Montessori?

Muchas veces hemos escuchado hablar de esta particular técnica, pero en muy pocas ocasiones hemos sido capaces de descubrir sus efectos prácticos y las claves de su desarrollo. Hoy conocemos el Método Montessori, una estrategia educativa nacida hace más de un siglo y que todavía se sigue aplicando en las escuelas.

A finales del siglo XIX, la doctora italiana María Montessori, desarrolló un nuevo método educativo pionero hasta entonces; aplicar la filosofía de la educación al desarrollo cotidiano de los más pequeños, a partir de la observación real de su conducta. De este modo, se convertía en un fundamento sobre el cual se asentarían las bases del crecimiento; la libertad dentro de unos límites y la experiencia con el entorno. El Método Montessori se centra en el objetivo de ayudar a que el niño alcance su máximo potencial en las diferentes circunstancias de la vida, desarrollando sus habilidades sociales, sus emociones y su coordinación física. De igual modo, la praxis le llevará a prepararse cognitivamente frente a futuros esfuerzos académicos intelectuales. Es curioso, pero esta técnica fomenta la experimentación de diferentes sensaciones en el niño, generándole su capacidad de superación un sentimiento de alegría y un incremento de su autoestima.

El análisis del Método Montessori nos permite estructurar el crecimiento de los niños en varias fases de interés, destacando desde los 0 hasta los 6 años la etapa de mente absorbente. Durante este período, el niño experimenta un “efecto esponja” y es capaz de aprender y asimilar el mundo que le rodea sin necesidad de realizar un esfuerzo consciente. Es importante que durante esta etapa el niño contase con un guía (padres o profesores) que le ayudasen a la introducción de nuevos materiales y actividades diseñados para estimularle. El hecho de incorporar juguetes de madera a la rutina de los más pequeños conseguirá desarrollar en ellos su capacidad creativa, imaginativa, sensorial y espacial.

El Método Montessori apuesta por crear un ambiente en el que el niño se sienta seguro en compañía de su guía. Este espacio deberá estar concebido con materiales de tamaño infantil y a una altura adecuada para que estuviesen al alcance de los niños. Sin darnos cuenta, los pequeños irán ganando autonomía e independencia con respecto a sus guías, que centrarán su actuación en realizarles pequeñas indicaciones, como la necesidad de cuidar meticulosamente los materiales que los rodean.

Estos niños, de entre 2 y 6 años, acabarán agrupándose en “mini sociedades” que aprenderán a convivir y a desarrollarse social, intelectual y emocionalmente de forma conjunta. Los períodos de juego deben extenderse durante unas tres horas, tiempo suficiente para que en el entorno de ocio florezcan valores como el respeto y la libertad de manera espontánea. El Método Montessori fomentaría la creación de materiales multisensoriales que incentivasen el autoaprendizaje de los más pequeños en situaciones de la vida cotidiana. Por ejemplo, mediante la creación de objetos de madera creados a imagen y semejanza de los objetos cotidianos, los niños conocerán su entorno y lograrán mejorar su coordinación física y mental (por ejemplo, podrían aprender a atarse los zapatos con cuerdas y calzado fabricados en madera).

Los materiales de madera u otros elementos sensoriales serán ideales para que los niños lograsen asimilar conceptos matemáticos concretos, preparándose para escribir y leer desde el momento en que entran en la clase. Gracias a estas experiencias sensoriales, a los niños les será más sencillo enfrentarse a clases de geografía, historia, arte o música. A pesar de la presencia del guía, el Método Montessori expone la necesidad de que cada niño trabajase a su propio ritmo y siguiendo un patrón de trabajo determinado en función de sus necesidades individuales. Como pueden comprobar, el guía, lejos de educar al niño, lo está exponiendo a una autoexploración del espacio. Curiosamente los materiales tienen control de error, es decir, es el propio material el que desarrollará el aprendizaje del niño y le enseñará si lo está usando correctamente o no.

De los 3 a los 6 años, el currículo en el aula del Método Montessori se dividirá en cuatro áreas de trabajo: vida práctica (actividades basadas en el cuidado de sí mismos y del entorno, como lavar, poner la mesa o arreglar floreros. Los niños adquirirán un poder de concentración, confianza y autodisciplina); sensorial (experimentación con diferentes olores, tamaños, sabores, colores y texturas de los objetos que lo rodean); lenguaje (los niños comienzan a usar el lenguaje de un modo preciso e inteligente, aprendiendo a escribir y a leer); matemática (los materiales ayudan al niño a aprender y a entender conceptos matemáticos abstractos, sentando las bases del álgebra y la geometría).

Desde los 6 a los 12 años, el Método Montessori hará especial hincapié en el desarrollo de estudios específicos en determinadas áreas que lograsen despertar la imaginación, la curiosidad y la admiración por la capacidad creativa e innovadora del ser humano (astronomía, geografía, zoología, historia, cultura, literatura, escritura, etc.).

El Método Montessori podrá trasladarse hasta el hogar siempre y cuando los padres mantuviésemos los principios de orden, estética, interés y objetivo, permitiendo que el niño tuviese su propio ambiente y lograse ser autónomo en diferentes tareas de la casa. Así pues, el hecho de comprar juguetes de madera beneficiará al desarrollo de nuestros pequeños. La madera presenta muchos beneficios, pues su olor, textura, color, tamaño y aspecto seguro despertará la imaginación de los más pequeños.

El Método Montessori aboga porque los juguetes de madera (puzles, memory, juegos de mesa, juegos de construcción, etc.)  vuelvan a ocupar un lugar prioritario en el día a día de los más pequeños, logrando entretenerles y desarrollar sus habilidades. La madera se convierte, gracias a sus múltiples posibilidades sensoriales y simbólicas, en el mejor material para los juguetes de nuestros hijos.

 

 

 

 

 

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