Hábitos, Rutinas y Normas

En ocasiones resulta complicado saber en qué momento hay que aplicar y establecer unas rutinas y hábitos en los niños, éstas se simplifican en una serie de normas básicas que todos necesitan en el día a día,  primordiales para la convivencia. Introducirlas desde bien pequeños  hará que el niño se sienta seguro, elemento indispensable para que a medida que vaya creciendo se adapte a las reglas que se irá encontrando en el transcurso de su vida.

El juego y el juguete de madera nos ayudarán a transmitir de forma divertida todas las normas necesarias que queramos enseñar, ya que para los niños todo es un juego y sabemos que son grandes imitadores, debemos utilizar esos momentos de diversión y de juego con ellos para ir introduciendo las rutinas diarias.

Al principio necesitarán de nuestro apoyo y presencia, pero a medida que vayan creciendo, con ese hábito que hemos creado a base de la repetición y constancia, conseguiremos que prevalezca, ya que una conducta bien adquirida perdurará de por vida.

Inculcarles rutinas y hábitos les va a proporcionar seguridad y confianza al saber lo que esperamos de ellos. Enseñar las diversas reglas y los límites que existen creará en ellos el sentido de la responsabilidad y al mismo tiempo hará que se den cuenta que no todo es como ellos quisieran.

¿Y por donde empezamos?

Los juegos de mesa serán un buen aliado para empezar a introducir esas reglas con algo tan sencillo como recoger sus juguetes de madera después de haber disfrutado de ellos y establecer la responsabilidad de ordenar todo aquello que utilicen . De esta forma más adelante les podremos invitar a colaborar en otras tareas de la casa sin que ello suponga una pelea. Esto lo podemos llevar a cabo con juguetes de simulación por poseer las cualidades de representar la vida del adulto.

El beneficio de crear pautas claras y unos hábitos diarios antes de la edad escolar, nos evitará que esta tarea no resulte tan compleja ya que todo serán conceptos nuevos y estaremos evitando las malas costumbres adquiridas por pensar que es demasiado pequeño y no nos entiende. Aun cuando no saben hablar, sólo con el ejemplo del adulto hará que sepa diferenciar lo que está bien de lo que está mal.

 

Verónica Ríos

Pedagoga Col 1304

www.pedagoga-tarragona.com

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