¡Yo no he sido, fue él!

niñoYo no he sido, ¡fue él! Asumir la culpa, reconocer que han roto o han hecho algo que no debían es un aspecto que a los niños les cuesta aprender y a los padres desespera.

Los niños quieren portarse bien,  por eso cuando no lo hacen, la culpa pasa a ser de los demás y de esta forma evitan que lo consideren un niño malo.

Sabemos que ante un acto, sea negativo o positivo, debería haber una consecuencia, de ahí la importancia de enseñarles a no ocultarnos la verdad y a reconocer aquello que han hecho. Pero, ¿cómo conseguirlo?

En varias ocasiones hemos dicho que los niños, a través del juego aprenden y con  juguetes como los de simulación crean su mundo de fantasía imitando el mundo real. Con estos juguetes compartimos con ellos momentos de juego e imaginación y al mismo tiempo que inventan historias se crea una complicidad entre padres e hijos.

Pero llega un momento donde los niños a medida que van creciendo  empiezan a diferenciar la realidad de la ficción, lo que está bien y lo que está mal y es cuando pasan de decir mentiras piadosas a ser más premeditadas, con un único fin, evitar ser reprendidos o castigados.

Los motivos que llevan a los niños a mentir, a echar la culpa a otro y no asumir sus actos, son diversos. Exigirles más de lo que pueden dar, no prestarles la atención que necesitan o miedo al castigo, son algunos de los motivos que  les llevarán automáticamente a mentir sin más.

Desde pequeños inculcarles valores como la honradez y explicar los beneficios que tiene decir la verdad, hará  que se fomente el valor más importante de la vida, la confianza. Cualquier tipo de relación ya sea laboral, de amistad o familiar la confianza será la base.

Por tanto, fomentemos la comunicación familiar, enseñémosles a diferenciar lo que está bien y lo que está mal, ¿cómo? de forma fácil y divertida con la ayuda de juguetes de madera, para jugar y aprender y para crecer jugando. 

Verónica Ríos

Pedagoga Col 1304

www.pedagoga-tarragona.com

 

Yo Sólo, lo quiero hacer yo solo!

¡Lo quiero hacer yo sólo! ¿No os resulta familiar esta frase?

cocinaDe la misma manera que nos anuncian cuando son mayores, la etapa en la que quieren experimentar y hacer las cosas ellos solos no pasa desapercibida.

Lo único que quieren es ser independientes y dependerá de los padres que logren una mayor y mejor autonomía en un futuro. Si en esta etapa dejan que practiquen, aprendan y se inicien con la espontaneidad que caracteriza a los niños, a hacer cosas ellos solos, será un trabajo fácil.

Sí es cierto, que el secreto para poder llevar esta etapa lo mejor posible y poder luego ver los resultados será armarnos de paciencia y dejar de lado las prisas o la falta de tiempo, evitando por parte de los padres acabar la tarea que se han propuesto los pequeños, ya que no siempre lo consiguen en el primer intento.

Es evidente, que habrá cosas y tareas que se propongan hacer solos que no puedan realizar por su corta edad. Es hacia los dos años cuando empezaremos a oír ¡lo quiero hacer yo sólo! De esta forma, deberemos darles alternativas a aquello en lo que se quieran aventurar a hacer. Es posible que en ocasiones lo que quieran descubrir y hacer sean cosas peligrosas o prohibidas, pero realmente son las que con más interés quieren hacer, de ahí la importancia de no negarles hacer las cosas, sino más bien ofrecer otras opciones que realmente no resulten un peligro para ellos y fomentemos de la misma forma su autonomía, independencia y autoestima.

De no ser así y negar o impedir que descubran por si solos el mundo que les rodea, observaremos y oiremos a padres de niños más mayores como se quejan de que sus hijos no colaboran con las labores cotidianas del hogar, cuando realmente están en edad para poder hacerlo. Son padres que piensan que con tres, cuatro o cinco años son demasiado pequeños para poder poner su plato en la mesa, llevarlo a lavar o incluso llevar su ropa sucia al cesto para lavar, entre otras cosas. Acciones y tareas que los niños quieren y piden hacer con tan sólo dos años, pero se les niega por su edad.  Entonces, cuando son más mayores pretendemos que hagan aquello que un día dijimos que eso no lo podían hacer porque eran pequeños y pretendemos implantar todo al mismo tiempo, es en ese momento donde se ven abrumados por tantas responsabilidades, obligaciones y normas.

Por ello, gracias a la infinidad de juguetes que existen en el mercado que imitan al mundo del mayor con gran exactitud, podemos iniciar y enseñar a los niños a través del juego como ganar autonomía y ser más independientes. Los juguetes de simulación como el carrito del supermercado para que nos acompañen a la compra, para que después nos puedan preparar un suculento plato en su cocina de madera y finalizar con la elaboración de un menú juntos para toda la semana, son entre otras, propuestas, juegos y juguetes que deberán estar presentes desde que empiezan con su gran frase ¡Yo sólo!

Como todas las etapas, se acaba. De esta forma para evitar que pierdan el interés o dejen de hacerlo, los padres deberán reforzar todo lo aprendido y adquirido, animándolos día a día a que sigan manteniendo esas conductas que pretendemos que se instauren y adquieran otras nuevas.

Verónica Ríos

Pedagoga Col 1304

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